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Descifrar lo que viene

El mundo y nuestro país en particular nos está enviando mensajes encriptados que hay que empezar a descifrar.

Juro que en las lecturas de lo que pasa en el mundo y en nuestro país inquieta mi alma. Hay mucha simbología, muchos jeroglíficos en el mundo de la política, de la economía y de la sociedad que hay que aprender a leer, así como si fuéramos principiantes aprendices de Champollion, para descifrar estas nuevas “piedras Roseta” que se presentan ante nuestros sentidos.

Un querido amigo en el cooperativismo, el recordado doctor René Balestra, señaló la necesidad de estar atentos a leer entrelíneas y ser como Hipócrates que, siendo médico y no pedagogo, enseñó a detectar síntomas que se producen en el organismo enfermo y, atando esos síntomas, dio con la clave del diagnóstico. Sin diagnóstico, es absolutamente imposible la curación.

Balestra concatenaba esta reflexión con otra, al señalar que a principios del siglo XX un pintor nacido en Málaga, que había pasado por Barcelona y que vivía en Paris, deformaba la figura. Más o menos en la misma época, pero en Praga, un tal Kafka escribió sobre un viajante que se acuesta a dormir y a la mañana cuando se despierta, está convertido en un bicho. También, sobre fines de la década de 1910, en Viena, un músico, Arnold Schoenberg, introduce ruidos, una especie de chillidos en la música, que después se denominará música dodecafónica.

Y Balestra culminaba uniendo tales comentarios al decir: “No fuimos capaces de leer Kafka, no entendimos a Picasso. Cuántos chillidos sobrevinieron en Europa y en el mundo, qué deformación hubo de la figura humana, cuántos millones se convirtieron en cucarachas a través del comunismo, del fascismo, del nazismo. No fuimos capaces en entender esta lectura que es también la que nosotros debemos saber hacer acá, en nuestro país”.

El mundo y nuestro país en particular nos está enviando mensajes encriptados que hay que empezar a descifrar. El cambio es permanente -ya lo decía Heráclito hace más de 2.500 años- y, no sé si lo han notado, cada vez más acelerado. Necesitamos cambiar la cabeza, hacer como Champollion, para descifrar la “piedra Roseta” actual.

No sé si lo que se viene es bueno o malo. No lo sé, por eso inquieta mi alma. No hay manuales que enseñen a armar el modelo que está escondido entre tantos acertijos. Esto es como un juego de escape, donde sólo el trabajo cooperativo, hecho en armonía, podrá abrir el candado de nuestras mentes para descifrar el camino y el rumbo a tomar.  

José Luis Ibaldi – Para Mañanas de Campo

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