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Los suelos y el día después del agua: cambios y su reconstrucción

Mientras todavía hay campos con agua en superficie, otros la tienen a flor de perfil, con el riesgo latente de volver a encharcarse. El análisis y las recomendaciones del especialista Beto Quiroga

A casi un mes y medio del tsunami que llegó del cielo y descargó más de 300 milímetros en un puñado de horas sobre Bahía Blanca y la zona los campos muestran bien claras las cicatrices. Las cárcavas, las zanjas y los socavones, son “accidentes” que están a la vista en la mayoría de los establecimientos. Pero también hay consecuencias bajo tierra, que no se observan en la superficie, pero están. Porque los suelos están pasados por agua, literalmente.

Convocado por Mañanas de Campo, el Ingeniero Alberto Quiroga, especialista en suelos y gestión del agua de INTA Anguil -y uno de los mayores especialistas en la materia-, indagado por su colega Gustavo Almassio se metió de lleno en “el día después” y explicó qué ocurre hoy y qué puede suceder de ahora en más con esos suelos.

En primer término, y con un lenguaje sencillo y claro, Beto puso en palabras qué fue lo que ocurrió a partir de las excesivas lluvias desde el punto de vista del suelo. “Hablamos de excesos hídricos que se dieron con mucha intensidad. Y hago la salvedad: intensidad no quiere decir cantidad. Puede llover en dos días 200 mm, pero también puede hacerlo en cinco horas también. Entonces, los mismos 200 mm divididos en las horas en los que caen hacen a la intensidad. Y esa intensidad supera la capacidad de captación de agua del suelo, y por eso queda agua superficie”, explicó.

“Si el terreno es plano, esa agua estará esperando algún lugarcito que se vaya dando en el suelo para entrar en algún momento. Pero si tiene pendiente, genera socavones, zanjas, alguna cárcava, canales de escurrimiento. Esa es un poco la situación de hoy”, agregó para pintar el escenario actual.

– ¿Qué pasa con los nutrientes móviles, con el pH del suelo? ¿Se hace un poco más ácido porque se lavan bases? ¿Qué manejo deberíamos tener, sobre todo en el sudoeste, que son suelos más frágiles?

– Todo depende del tiempo de permanencia del agua, si estuvo por mucho tiempo, puede haber alguna pérdida. Se produce lo que se llama desnitrificación, porque el suelo al estar cargado de agua, queda sin oxígeno, queda saturado. Y el oxígeno del nitrato, del nitrógeno, disponible en el suelo, es utilizado por los microorganismos aeróbicos, que no tienen otra oportunidad porque no tienen oxígeno. Y ese nitrógeno sí se pierde a la atmósfera, se pierde como nitrógeno gaseoso. Esa es una de las situaciones. Y otra parte de ese nitrógeno sí puede lavarse.

Para que entendamos: un milímetro son 10.000 litros de agua por hectárea. O sea, por lo que sería una manzana de la ciudad. O sea que 300 mm son 3 millones de litros. El suelo tiene 50% de poros, pero la cañería más gruesa, que es la que deja entrar el agua, en la zona de Bahía Blanca es un 20 – 25%. Entonces, en una hora en ese suelo pueden entrar 500.000 litros. Pero una vez que entraron esos 500.000, en la segunda hora no van a entrar nuevamente 500.000 litros, podrán entrar 300.000; y en la tercera hora ingresarán 200,000. Porque los poros ya se llenaron por primera vez, entonces tienen que conducir hacia abajo para que vuelva a entrar agua por arriba.

En este caso hablamos de una lluvia que en poco tiempo descargó casi 3 millones de litros y el suelo habrá podido infiltrar poco más de un millón. Esa masa de agua, que es mucha, al quedar en superficie y tomar velocidad, genera lo que mencionamos.

Por otra parte, 100 mm en la zona de Bahía Blanca pueden humedecer hasta más de un metro de profundidad. Si estamos hablando de 300 mm que lograron entrar en el perfil, el frente de humedad va a tres metros, entonces los nutrientes que fueron con esa agua, indudablemente ya se fueron del alcance de las raíces de cualquier cultivo, de cualquier vegetal.

El Ing Beto Quiroga asegura que los trigos, son el cultivo ideal para la reconstrucción de suelos.

– ¿Y la actividad biológica, cómo se repone?

– Si el proceso no es de muchos días, prácticamente no hay consecuencias desde ese punto de vista. Si el agua estuviera estancada por más de 100 días, hay incluso procesos que se llaman hidromórficos, donde precipita el hierro, el manganeso, hay cuestiones complicadas porque se solubilizan estos nutrientes. Después hay toda una cuestión química que se pone en marcha. Pero tiene que ser por una condición de falta de oxígeno por lo menos de más de 100 días.

En general, si el agua se retira, más allá del daño físico, no debería haber problemas para los próximos cultivos.

Ahora sobre la tosca, que es bastante impermeable, va a quedar esa falsa napa. Zonas saturadas, en las que hay que tener cuidado con la transitabilidad. Hasta para andar a caballo te diría, no solamente en un tractor o en una camioneta. Porque ese suelo va a quedar muy sensible al tránsito de cualquier tipo de vehículo porque queda cargado de agua. Y esa agua ahora con bajas temperaturas le va a costar irse.

– ¿Y qué pasa con esa agua queda abajo, a menos de un metro?

– Una vez que los estratos superiores se retiran, esa agua abajo desde los 40, 50, 60, 70 centímetros en la zona de Bahía va a ser como una mecha, va a tener lo que se llama una tensión superficial y puede ascender. O sea que no es que se me fue el agua de arriba, de superficie y ya está. No, no, el agua que está abajo todavía, ya dentro del suelo, va a seguir como una mecha llegando a la superficie. El agua puede ascender a la superficie y si lo hace puede cargar de sales.

– ¿Hay alguna alternativa de manejo para contrarrestar eso o para evitar que ascienda?

– Si hay algo de transitabilidad, hay que cubrir pronto ese suelo con algún verdeo de invierno. Y sobre todo si el agua está ahí, no se ha ido mucho, ir más por el lado del triticale, que es un cereal de invierno que tolera, no solamente sales, sino encharcamiento. No así la cebada, por más que uno crea que es útil para estas situaciones. La cebada donde tiene un poco de exceso hídrico la perdés.

– ¿En el caso que justamente no hubiera tanto piso, una alternativa con el triticale podría ser bolearlo con avión, como hacemos normalmente en el sudeste con los verdeos sobre maíces?

– Sí, es una de las situaciones que nosotros usamos también en la zona este de La Pampa cuando se nos carga de humedad el suelo, incluso dentro de lotes de maíz, y para poder drenarlos un poco, se tira centeno al voleo. Hay cultivares muy precoces que cubren muy rápido. El centeno sería la especie más apropiada para tirar al voleo.

– Y en los casos que pudiéramos entrar con una sembradora, ¿deberíamos hacer análisis de suelo para ver cómo quedó el pH, para ver la disponibilidad de fósforo y nitrógeno?

– En general el calcio, el magnesio, los nutrientes son muy poco móviles en el suelo, no tienen tanta movilidad como el nitrógeno, el azufre. Por lo tanto yo te diría que el tema de pH no debería ser una preocupación. El fósforo tampoco, porque es poco móvil. Sí agregaría nitrógeno, por lo menos una bolsita, como decimos con el productor, “una bolsita a un verdeo o a un trigo”.

Porque ojo que al quedar los suelos bien cargados de humedad, para aquellos productores que tienen la posibilidad de hacer trigo, puede ser una buena campaña, porque ya el 30, 40% del agua que necesita el cultivo lo tienen en el perfil.

En esos casos yo pondría de 30 a 40 kg de nitrógeno, porque si no va a ser un cereal de invierno poco macollador, le va a faltar sobre todo nitrógeno.

– En aquellos suelos que estaban en siembra directa y tienen cárcava, ¿no va a quedar otra que romperlos?

– El escurrimiento te ha llevado los residuos superficiales o por lo menos los ha desacomodado. Posiblemente en algunas matas de nuevo escurrió mucho, te ha acordonado los residuos o en el alambre como normalmente ocurre, y después vas a tener que entrar a sembrar o vas a pasar una pulverizadora. No ahora, el año que viene o el otro año. Entonces es necesario sí o sí acomodar ese suelo. Lamentablemente por ahí habría que probar de no hacer una labor tan profunda. Si uno pudiera arreglar eso con los primeros 10, 15 cm, no ir más allá, no sería tan problemático.

Lo bueno es que estamos entrando en una zona de menos mineralización, o sea que si uno hace un movimiento ahora en el otoño, no hay tantas temperaturas que te quemen la materia orgánica que vos venías acumulando. Y si lo logras cubrir rápido, porque lo acomodás y vas sembrando atrás, si es para ganadería aunque sea con un verdeo de invierno de pastoreo, o con algún trigo de ciclo más largo, no sería tan problemático.

Algo fundamental: no olvidarse de trabajar en forma perpendicular, transversal a lo que puede ser cualquier gradiente de relieve. Porque las próximas lluvias van a encontrar el suelo un poquito planchado, con los poros superficiales un poquito más encostrado. Entonces, las lluvias que antes a lo mejor eran tranquilas y no me generaban encharcamiento, ahora me lo van a generar porque la presión del agua lo que hizo fue achicar la macroporosidad.

Así que no se trata solo de emparejar el suelo, sino de abrirlo un poquito para que las próximas lluvias no sigan escurriendo. De modo que es deseable acomodar un poco los sistemas de siembra directa. Y estamos en la época más propicia, que es el otoño, para poder hacer ese arreglo. Estamos en un momento clave donde tenemos a mano los cereales invierno, que son los que rápidamente van a cubrir y van a emprolijar los sistemas en una siembra directa continua.

Infosudoeste

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