El año 2025 quedará en los registros de los pluviómetros del sur bonaerense como un año con precipitaciones concentradas en el otoño en gran parte de la región. La región sur de Villarino y la parte norte del partido de Patagones no serán la excepción, aunque también se destacará por un invierno poco “llovedor”, parecido al del pasado 2023.
En los registros de la Estación meteorológica homologada por el Servicio Meteorológico Nacional de la Experimental del INTA Hilario Ascasubi, las lluvias acumuladas desde enero hasta fin de julio suman 236 mm. De estos 236 mm, unos 150 mm cayeron durante marzo y abril. Estos registros fueron muy variables entre zonas, las precipitaciones se dieron en forma de tormentas, por lo que puede haber localidades que hayan captado menores milimetrajes, aunque la tendencia otoñal se mantiene.
Estas lluvias otoñales con buenos registros posibilitaron la preparación de los suelos para los cultivos de ciclo otoño invierno primaveral y las siembras de pasturas, que arrancaron con buenas perspectivas por la recarga del perfil de suelo, después de un verano con precipitaciones moderadas.
Sin embargo, a partir del mes de mayo las lluvias comenzaron a mermar y en los meses posteriores estuvieron muy por debajo de lo esperado. Con relación al promedio histórico, si para el trimestre mayo-junio-julio se esperaban 75 mm, en 2025 solo se registraron 28 mm. Esto es solo un 35% de la lluvia esperada para ese trimestre.

Esta escasez de lluvias durante el invierno coincidió con un mes de mayo con temperaturas por encima de lo normal -un mayo bastante cálido- que pudo haber estimulado una evapotranspiración mayor a la esperada para ese mes. Esta condición coincidió con una época en la que se atraviesa la veda de riego, por lo que cultivos y pasturas deben “tirar” con las reservas que hay en el suelo y la humedad provista por las precipitaciones.
De esta forma, tanto los cultivos invernales como trigos o avenas, así como pasturas, y cultivos hortícolas como ajo o cebollas sembradas tempranamente pudieron verse afectados -en mayor o menor medida- por la falta de humedad en el suelo, sobre todo en esos primeros centímetros que marcan la diferencia en momentos de emergencia e implantación. Esta afectación se evidenció en la diferencia que se percibe en el crecimiento de cultivos invernales, por ejemplo, respecto de años en los que en invierno las lluvias se comportan más cercanos a lo “normal”.
El mes de agosto comenzó con algún registro menor de lluvia (5 mm), acompañando la mejora potencial en el estado de los cultivos que conlleva la posibilidad de contar con agua del río Colorado para regar. En este sentido, la zona está entrando en su dinámica habitual, en los preparativos de la siembra de cebolla, analizando la calidad de los suelos y de la semilla, así como preparando los suelos para los cultivos de verano como maíz y girasol.
Respecto de los preparativos de siembra, es muy notorio el incremento en la recepción de muestras de suelo en el Laboratorio de Suelos y Agua del INTA Ascasubi, que se reciben con la intención de detectar posibles problemas de presencia de sales o sodio o para hacer diagnósticos de fertilidad y ajustar dosis de fertilización a la siembra.
Aun cuando las condiciones de la cuenca alta, respecto de las precipitaciones nivales, es un poco inquietante dado que no se registraron nevadas importantes, en general, se avizora una buena campaña en el Valle Bonaerense del río Colorado. En esta actualidad, la perspectiva de siembra de cultivos es muy buena dada la posibilidad de contar con una normal provisión de agua de buena calidad. En este sentido, es importante resaltar la necesidad de hacer un uso eficiente del recurso, apelando a las tecnologías disponibles, tanto en sistemas de riego como en el manejo del suelo, para convertir cada mm de agua en unidades de producción.
Informe elaborado en base a datos meteorológicos provistos por el área de Agrometeorología del INTA Ascasubi.
Ing. Agr. Juan Ignacio Vanzolini – Manejo de Suelos – EEA INTA Hilario Ascasubi.
