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“Verano bravo”: claves para evitar pérdidas por golpes de calor

Ante la llegada de altas temperaturas y un posible fenómeno de La Niña, la prevención de los golpes de calor y las pérdidas productivas, anticiparse es la clave a la hora del manejo.

El calor llegó para quedarse. El campo lo sabe, los pronósticos lo repiten, y los productores empiezan a ajustar la rutina diaria. Con un posible escenario de “La Niña” y temperaturas más altas desde noviembre, vale la pena revisar qué le pasa a las haciendas cuando el termómetro se dispara.

Para eso, hablamos con el Dr. Joaquín Armendano, Médico Veterinario Argentino que hoy trabaja en la Universidad de Carolina del Norte, en pleno sudeste de Estados Unidos, una zona donde el estrés calórico es parte del paisaje anual y la festucosis sigue siendo un desafío histórico.

Escuchar la nota:

Joaquín atiende el teléfono temprano. “Acá nos estamos adaptando al nuevo lugar”, cuenta, mientras repasa los proyectos que lo tienen ocupado: desde alternativas para manejar la festucosis hasta nuevas líneas de animales con mejor tolerancia al calor. Pero la charla rápidamente se mete en un tema que preocupa a cualquier ganadero: cómo afecta el calor al animal, cómo cambia su fisiología y qué podemos hacer para prevenir pérdidas.

“Lo primero que hace el animal es jadear: intenta eliminar calor como puede”

A medida que suben los grados, el bovino pone en marcha un repertorio natural para defenderse: cambia su patrón respiratorio, jadea para liberar calor, reduce su consumo y baja su actividad ruminal.

“El animal busca regularse. Si el calor sigue, disminuye el consumo para producir menos calor interno”, explica Armendano. Y ese solo detalle —la baja en el consumo— ya tiene impacto directo en la producción, el engorde y la eficiencia.

En sistemas intensivos o con dietas energéticas, el efecto es todavía más marcado. “En momentos extremos del verano, puede ser necesario bajar el tenor energético. Pero incluso antes de eso, pequeños ajustes en el manejo alimentario ayudan a mantener la performance”, agrega.

El encierre y la vacunación: dos momentos en los que el calor hace estragos

Muchos productores lo viven todos los años: encierre, campaña de vacunación, manejo sanitario… y una mañana que empieza fresca pero termina en agobio.

La advertencia del especialista es clara:

“Hay que arrancar temprano, pero también terminar temprano. Si el animal llega a la parte más calurosa del día con calor acumulado, no lo puede disipar.”

Encerrar animales tarde, o mantenerlos en manga hasta media mañana, aumenta el riesgo de golpe de calor.
Además, la densidad en los corrales genera un microclima propio: más animales = más calor.

El agua: el recurso que define todo

Si hay un punto donde Armendano no duda, es este:

“Un bovino puede aumentar un 50% su consumo de agua en días de mucho calor.”

Eso obliga a: revisar bebederos, controlar flotantes, asegurar caudal, corroborar que el sistema puede abastecer demanda extra.

Una falla mínima —un caño tapado, un bebedero dañado— puede transformarse en un problema grave rápidamente.

¿Sirve mojar a los animales? ¿Y mojar el corral?

La respuesta corta: sí… pero no siempre y no en cualquier condición.

Mojar el animal, con una aspersión adecuada (gota gruesa que realmente moje el cuero), puede bajar de manera muy significativa su temperatura corporal.
Pero también aumenta la humedad ambiental y modifica el microclima.

“Hay que evaluar bien las condiciones. Un mal uso de la aspersión puede generar más estrés del que soluciona”, advierte Armendano.

En corrales con barro o con mal drenaje, el problema puede volverse peor.

¿Qué animales sufren más? La respuesta no es tan obvia

A veces se cree que los terneros “la llevan mejor”. No siempre.

Según Armendano: Los animales chicos pueden disipar calor de forma más eficiente, pero…Los animales de terminación, con mayor cobertura grasa, pierden capacidad de regular temperatura.

Los animales recién ingresados al corral también están en riesgo: vienen estresados y poco aclimatados.

En síntesis: cada categoría tiene su vulnerabilidad y merece atención específica.

Lo que no puede faltar este verano

Agua en cantidad y con caudal suficiente.

Actividades temprano y finalizadas temprano.

Ajustes en la dieta cuando el calor aprieta.

Corrales drenados, sin barro y con sombra.

Aspersión solo si las condiciones lo permiten.

Seguimiento diario de animales sensibles.

Un cierre necesario

Desde Carolina del Norte, el Dr. Joaquín Armendano deja un mensaje simple:
la clave está en anticiparse.

El calor extremo no solo amenaza la salud animal: afecta el consumo, la ganancia diaria, la eficiencia y, en definitiva, el resultado económico de cualquier sistema productivo.

Con manejo, información y previsión, es posible atravesar el verano sin sobresaltos.

Carlos Bodanza para Infosudoeste

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