Con la campaña de fina totalmente en marcha y un invierno realmente ideal, más allá de la aparición de algunas enfermedades, los cañones están puestos a la revancha de una cosecha gruesa que sufrió un verano durísimo.
Fue una cosecha gruesa que padeció el tiempo, con un verano muy seco. Luego de un enero sin precipitaciones, las lluvias empezaron a llegar a fines de febrero, todo esto hizo que la situación se torne muy compleja.
El aprendizaje de este año fue constatar que el maíz volvió a ser el cultivo más estable, manteniendo una relación casi de 3 a 1 con la soja y de poquito más con el girasol. Esto quiere decir que cada 1000 kilos de soja, estamos hablando de 3000 kilos de maíz.
Entonces, si tenemos un año medianamente potable, con unos 2000 kilos de soja estamos en unos 7000 kilos de maíz.
Aunque parezca algo utópico, esto habla de que el maíz es el cultivo más adaptado a un clima restrictivo, ya que este año se comportó en los mismos niveles que en un año con muchas lluvias.
Años así de complicados nos dejan muchos aprendizajes, los lotes que más se vieron favorecidos fueron los de siembra en diciembre.
Tenemos datos interesantes de esas siembras tardías donde hicimos ensayos de 20, 35 y 50 mil plantas y los rindes prácticamente fueron los mismos. Podríamos confirmar que las bajas densidades nos permiten una performance ante un año eventualmente malo.
Lo que nos ha ocurrido, como en otros años, fue que en años con muchas precipitaciones las densidades no influyen.
La pasada semana estuvimos en una charla organizada por el CREA en Tres Arroyos donde se hizo referencia que cuando los suelos son pocos profundos (60 o 70 cm.) lo ideal sería realizar siembras en diciembre.
En el caso del maíz esta situación nos va a llevar a cosecharlo húmedo, pero zafaríamos de períodos críticos que se pueden suceder en enero y febrero. Lógicamente, cuando menos profundidad tenemos lo recomendable sería tener cobertura.
Un parámetro que es muy importante y tenemos que tener en cuenta es tener conocimiento sobre los híbridos porque hay que saber diferenciar las características propias de cada uno.
Las coberturas están instaladas como una de las herramientas claves para el gran problema de las malezas resistentes. Este es uno de los puntos importantes, sobre todo por la legislación que se viene para el uso de herbicidas.
Parece ser que hoy el glifosato en muchos casos es una mala palabra. La naturaleza misma nos está indicando que en algo estamos fallando productivamente porque cada vez hay más biotipos resistentes. Por tal motivo, la cobertura pasa a ser un punto muy interesante a tener en cuenta, ya que en los sucesivos años vamos a ir perfeccionándonos sobre el tema porque en estas latitudes es fundamental.
El sorgo es otro de los cultivos muy interesantes y tanto en el sudeste como en el sudoeste siempre dan pelea, sobre todo en años duros.
Nosotros discontinuamos porque al no tener ganadería, el maíz pasa a ser un cultivo más práctico, desde el punto de vista del manejo.
En el caso de sorgos graníferos, hemos obtenidos muy buenos resultados sembrándolos de manera neumática. Hemos hecho siembra a 70, con unas 35 o 40 mil plantas. Si esto lo trasladamos a kilos, estamos hablando de aproximadamente 1,200 kilos de sorgo por hectárea. No hay que mirarlo por el punto del ahorro sino por el punto de vista productivo de la planta, ya que la capacidad de compensar por medio de macollo que tiene el sorgo es algo fabuloso.
Para la ganadería es un punto muy interesante por la productividad y plasticidad que tiene en condiciones de baja densidad. El requisito es un manejo adecuado y una buena fertilización.
Ing Gustavo Thiessen
Para Mañanas de Campo