Bajo el supuesto de que las exportaciones a China, que promediaron entre 60 mil y 70 mil toneladas res con hueso por mes entre octubre y diciembre, se han reducido en 60 por ciento a partir de 2020, es necesario reubicar en el consumo interno entre 36 mil y 42 mil toneladas por mes. Es el equivalente a unos 10 -11 kilos por habitante anuales.
Es posible que una parte menor de este importante volumen se pueda redireccionar a otros mercados externos, como Israel, Rusia o Chile.
Pero no deberían abrirse sobre esto muchas expectativas, no sólo por los problemas de etiquetado y logística, sino también porque esos mercados tienen una capacidad de absorción limitada.
Entre otros factores, es probable que sean también el destino alternativo de la carne que les sobre a los frigoríficos de Uruguay, Brasil o Australia.
La única manera en que estos destinos absorban un volumen significativo es que los precios a pagar resulten muy inferiores a los valores que pactaba China hasta noviembre último.
La realidad es que con un tipo de cambio oficial congelado desde hace varios meses, nueve por ciento de retenciones y una caída del 30 por ciento en los precios FOB a China, el mercado interno argentino está en condiciones de pagar nuevamente por la mayoría de los cortes de vaca y de novillo, más que lo que pueden pagar –al menos en el corto plazo– los importadores chinos.
En este contexto, el Gobierno parece decidido a “poner plata en los bolsillos” de los sectores de menores ingresos; si esto tiene éxito, con una mejora efectiva del poder adquisitivo, la demanda de carne vacuna seguramente mejorará.
La exportación, que tuvo ganancias inéditas en 2019 gracias al negocio con China, hoy debe reestructurar todo su plan de negocios, recuperando los canales de comercialización en el mercado interno que había literalmente abandonado.
La incógnita que quedará por develar es si la recuperación del consumo local, impulsada desde el Gobierno con su política de ingresos, será suficiente para que la demanda doméstica se haga cargo –sin quebrantos en los valores de la hacienda– del enorme volumen que hasta hace pocas semanas se embarcaba a China.
El otro interrogante, que se irá develando a partir de marzo, es hasta dónde llegará la eventual recuperación de la demanda china, que los operadores confiaban se iba a concretar una vez que se absorbieran los elevados volúmenes de carne acumulados en cámara. Ahora, con la crisis del coronavirus, esa recuperación seguramente se demorará.
Lic Ignacio Iriarte
Analista del mercado ganadero