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Opinión

La huella, en una sola palabra

Cada año es un desafío y un aprendizaje, nos da la oportunidad de volver a empezar y reafirmar nuestras fortalezas.

Traté de pensar en una palabra. Algo que de alguna manera lo pueda resumir, lo describa, lo deje “asentado” en esa biblioteca imaginaria llamada “recuerdos”, ese lugar donde anida todo, lo bueno, lo malo y lo feo, para jugar con algún viejo y querido titulo. Increiblemente cada año, tiene su sello. Seguro que allá hace 365 días lo imaginaste diferente, o tal vez si sos de los privilegiados que acertaron al menos un 90% de lo que te ocurrió, no solo te felicito, pásame el dato porque quiero conocer la receta.

Si es cierto, pensé en una palabra, le di vueltas, traté de jugar con varias, pero salió una sola. La verdad si miro el recorrido es extraño, en esta ocasión no pegué ni una de las previstas. La cosa venía peleada, nuevo gobierno, nuevas políticas, economía destruida, sequía extrema, todo el mundo a la defensiva. Sin embargo la huella recorrida parece año tras año ensancharse, no hace tanto me pareció arrancar en esto y era apenas esas clásicas rastreadas, donde imaginas por donde ir, pero que poco a poco, entre amigos, conocidos, contactos y esa intuición por donde te llevan las pasiones, pareció que todo se hacía “camino” y ahí fuimos, y ahí vamos y este año me volvió a mostrar los carteles, las señales, fue fácil seguir recorriendo esto que a veces, le llamo trabajo por ponerle un nombre.

Y claro, como no encontrar fácil la palabra si cada día es un regalo. Ahí vamos, te llaman, te invitan, te acompañan, te ayudan, te halagan, una y otra vez es un placer saber que donde vas, está la tranquera abierta. Si no es un remate, es una jornada a campo, si se hace tarde nunca hay un candado que te impida quedarte y ser familia “donde toque”, y no hay fronteras para un día que amaneciste en Tandil o la tarde te agarró en General Cabrera. Increíble, los potreros no tienen alambre, no hay corrales que contengan amistades y desafíos.

Y sí, la palabra surge a pesar de que “en lo personal” este año me pegó una “flor de revolcada”. Si era un juego de cartas, nunca imaginé sacar la que me tocó, esas que te llevan en un viaje profundo, te inundan de dudas, te dan vuelta la cabeza y todo lo que creías que era tierra firme, de la nada te encontró a los manotazos y tratando de sacar la cabeza a flote, para no hundirte en aguas que no imaginaste podías terminar cruzando. Y otra vez, ahí estaban los que tenían que estar, de la nada aparecía la palabra, el aliento, el consejo paternal, el silencio ese que suele abrazarte porque no hay nada mejor compartido, que un momento con amigos capaces de decir todo, sin decir una sola sílaba, es difícil a veces entender que acompañarse no siempre es abrir la boca.

Y este es el almanaque, infalible, intachable, incapaz de volver atrás, pero con la convicción de que toda batalla perdida, es en realidad un tesoro inigualable, es la verdadera trinchera donde nacen nuestras raíces, esas que nos muestran de que no somos este momento, este día o este año, somos mucho más que “esta foto”, y ahí es donde todo comienza a tomar sentido, es donde nacen nuestras fortalezas, es cuando volvemos a reafirmar nuestros propios compromisos con quienes somos y una vez reencontrados, hay un nuevo nacimiento, casi casi, como un nuevo año, esa es tal vez la mejor de las sensaciones, saber que cada día y en cada momento, tenemos la oportunidad de volver a empezar, con nosotros mismos.

Y claro que encontré la palabra, no fue tan difícil después de todo. Porque en esa frase que tanto hemos repetido, parece simplificarse la vida misma, todo toma sentido porque aunque creamos que no estamos preparados para lo que creemos no estar, “en lo más oscuro de la noche, es cuando comienza el amanecer” y allí todo vuelve a tener sentido.

Gracias, esa es la palabra, es la más importante y la más adecuada, para cuando un año te revuelque como pocas veces te han revolcado. Gracias 2024, por mostrarme una vez más que la huella siempre estuvo marcada. Ni lluvias, ni vientos, ni sequías ni nadie son capaces de borrarlas cuando tenés muy claro, quien sos, donde vas y sobre todas las cosas, desde donde viniste.

Gracias 2024.

Carlos Bodanza         

Para Mañanas de Campo

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