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Ganadería 2026: menos improvisación y más programación

Planificación, base forrajera y kilos producidos aparecen como los ejes para una ganadería que enfrenta un escenario distinto, con mejores precios y un mercado internacional demandante.

El ingeniero Darío Colombatto, especialista en nutrición animal, analiza qué cambió, qué errores persisten y dónde están las oportunidades reales para el productor ganadero.

Escuchar Nota con Dario Colombato:


—Este momento ganadero obliga a repensar el negocio. ¿Qué es lo que cambió?
Cambió la lógica. Durante muchos años la ganadería fue un “vamos viendo” permanente, muy condicionado por precios manoseados y malas expectativas. Y como es un negocio de largo plazo —más parecido a un árbol frutal que a un cultivo agrícola—, esa incertidumbre nos llevaba a no planificar. Hoy las condiciones son distintas: hay mejores precios, mejores señales y un contexto que permite volver a hablar de una palabra que parecía perdida: planificación.

—¿Planificación en qué sentido concreto?
En todo. Arranca con un programa: puede ser genético, productivo, comercial. Pero sobre todo con decidir qué queremos producir y cómo. Hoy hay margen para recomponer la base forrajera, pensar en cultivos antecesores de pasturas, en recrías más largas y eficientes. Este año, con más lluvias, vimos silajes y verdeos muy buenos, pasturas mejoradas y suelos con humedad. Eso da respaldo para animarse a planificar sobre bases más firmes.

“La ganadería volvió a tener condiciones para dejar el ‘vamos viendo’ y empezar a trabajar con programas productivos claros.”

—¿El productor es consciente del momento que está viviendo la ganadería?
En general sí, pero hay distintos escalones. Hay productores que, por problemas climáticos o por venir de sistemas muy ajustados, van a necesitar dos o tres años para acomodarse. Perdieron pasturas, estado corporal, capacidad de carga. Primero tienen que volver a pararse.
Y están los que ya venían mejor preparados: con buena base forrajera, recrías más largas, que hoy están llevando animales a 350, 360 o 370 kilos antes del encierre, buscando premios por peso de res, área de ojo de bife o nichos específicos como carnes premium.

—Ahí aparece la eficiencia como clave.
Exacto. La eficiencia hoy pasa por producir más kilos, no por apurarse. Un mes más de recría en el campo, bien manejado, puede marcar una diferencia enorme en el resultado final. Pero también hay que tener cuidado de no pasarse de vuelta: acelerar demasiado los procesos puede generar faltantes de recría más adelante, algo que ya se empieza a ver en otros países de la región.

Hay prácticas muy arraigadas que siguen generando debate, como el ayuno o el rinde.
Sí, y ahí hay muchos mitos. El porcentaje de rinde es una cuenta matemática, pero nadie cobra por porcentaje, se cobra por kilos de media res. Al productor, al frigorífico y al consumidor les importan los kilos. Nadie va a la carnicería a preguntar si rindió 56 o 58.
Y con el ayuno pasa algo parecido: cuanto menos, mejor. En muchas zonas ya hay 24 horas de ayuno natural por el traslado y la espera en frigorífico. Sumar ayuno previo es perder kilos de res por deshidratación y catabolismo muscular, además de comprometer el bienestar animal.

“No cobramos por porcentaje de rinde, cobramos por kilos. Y cada kilo que se pierde en ayuno excesivo es plata que no vuelve.”

—¿Qué se puede esperar en términos de precios hacia 2026?
El mercado responde a oferta y demanda. En los primeros meses del año suele haber menos oferta de gordo y los precios tienden a sostenerse o subir. Hoy la suba es real, por sobredemanda y por una incipiente retención de machos para recrías más largas. Las hembras todavía no, pero cuando aparezca financiamiento eso también va a cambiar. Y ahí el escenario puede ponerse más ajustado.

—En síntesis, ¿dónde está el desafío para el productor?
En dejar de mirar solo el corto plazo y ordenar el sistema productivo. El contexto acompaña, el mercado está ávido de carne y la diferencia la va a hacer quien tenga programa, base forrajera y decisiones técnicas bien tomadas. La ganadería vuelve a premiar al que planifica.

Carlos Bodanza

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