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Cultivos de “servicios”, estrategia para recuperar ecosistemas deteriorados
27.09.2016 | 06:37

“Hace tiempo venimos pensando en la idea de cultivos de servicios (CS). Es decir, cultivos que no se cosechan como la soja, el maíz o el girasol, sino que se usan para brindar algún servicio. Un ejemplo son los cultivos de cobertura, como la avena, que sirven para proteger el suelo en invierno. Sin embargo, existe un abanico de servicios ecosistémicos degradados, como el control de las malezas, la provisión de nutrientes o la regulación de las napas, que se pueden revertir por medio de CS”, comentó Gervasio Piñeiro, docente de la cátedra de ecología de Fauba.

Y completó: “Hoy en día, algunos productores piensan sólo en los cultivos de cobertura. Queremos cambiar esa visión y ayudarlos a que piensen qué servicios tienen deteriorados y a que seleccionen el o los cultivos de servicios más apropiados”.

Ecosistemas

Piñeiro, que también es investigador del Conicet, señaló que la idea de los cultivos de servicios deriva del concepto de servicios ecosistémicos, que son recursos o procesos que los ecosistemas le brindan a los seres humanos.

Al respecto, sostuvo que “estos servicios van más allá del suministro de carne, leche, lana o frutos, ya que incluyen otros beneficios como mantener la calidad del aire, evitar el lavado de nutrientes con el agua de lluvia o hasta cumplir fines estéticos y recreativos”. 

“Es muy interesante diseñar los agroecosistemas conectando la agronomía con la teoría ecológica asociada a los servicios ecosistémicos. Al hacer esto, los CS aparecen como una herramienta con mucho futuro para ayudar al productor a mantener la provisión de los servicios de manera sustentable en el tiempo”, explicó Piñeiro.

En ese sentido, recordó que “cuando hacemos agricultura, los ecosistemas pierden algunos de los servicios que nos brindaban naturalmente. Por ejemplo, se degrada la estructura del suelo, cae la cantidad de nutrientes disponibles para las plantas o disminuye la capacidad de degradar los agroquímicos para que no generen toxicidad al ser humano”. 

“Si al cultivar la tierra no pensamos en esos servicios, es probable que los estemos dañando sin querer. Nuestro proyecto busca crear conciencia de la importancia de plantar determinados cultivos de servicios para remediar los servicios ecosistémicos que se perdieron”, señaló.

Cambio de paradigma

El investigador le comentó al sitio de divulgación científica Sobre La Tierra la necesidad de cambiar el modelo agrícola actual, basado sobre los principios de la revolución verde. 

“Hoy realizamos cultivos y obtenemos elevados rendimientos gracias a que aplicamos subsidios energéticos. Es decir, aportamos energía auxiliar al agroecosistema (como, por ejemplo, fertilizantes, agroquímicos, gasoil, etc.), para que las plantas destinen lo máximo posible a la producción de granos u otros órganos cosechables. Obviamente, los costos económicos asociados son muy altos. Nuestra propuesta es cambiar el paradigma: pensar sistemas agropecuarios que usen la energía del sol principalmente para proveer esos servicios y así disminuir la energía extra subsidiada al sistema”, comentó Piñeiro.

A modo de ejemplo, mencionó diversos casos de cultivos de servicios: “En un cultivo de cobertura, las plantas capturan la energía solar y destinan una parte para generar biomasa, que en un momento determinado va a proteger al suelo de la erosión. De la misma manera, si sembramos una leguminosa que capta nitrógeno de la atmósfera no tendremos que fertilizar. O si ponemos, en el momento adecuado, un cultivo para combatir malezas, éste usará la energía del sol para crecer e impedirá que las plantas indeseadas proliferen; no tendremos que aplicar herbicidas”.

En definitiva, “aprovechar la energía del sol nos exime de aplicar subsidios energéticos. No sólo nos ahorramos mucho dinero, también evitamos el deterioro del ecosistema y bajamos la dependencia de energía externa”, resumió el investigador.

Invierno, ideal

Un aspecto importante a tener en cuenta es que, como los cultivos de cobertura, estos denominados cultivos de servicio son ideales para aprovechar los momentos sin plantaciones.

“Estamos seguros de que los CS tienen grandes chances en las rotaciones agrícolas. Estimamos que cerca del 90 por ciento del área agrícola en la Argentina permanece improductiva en invierno. Ese es el momento ideal para implantarlos. Por un lado, los agricultores deberían evaluar cuáles son los servicios a remediar. Si agotaron la materia orgánica y la disponibilidad de nitrógeno del suelo, tendrán que sembrar una leguminosa para fijar nitrógeno de la atmósfera. Si el problema es la napa cercana a la superficie, podrán usar un CS que consuma el agua del suelo. Por otro lado, desde las instituciones debemos aportar bases científicas sólidas, alternativas productivas y creatividad. Este nuevo paradigma se debe apoyar en el trabajo multidisciplinario”, concluyó Piñeiro.

Agrovoz