No existe la fiesta completa, más aun viviendo en la Argentina, el país donde todo, puede ser posible. La programación, la mirada a largo plazo, los números, todo irremediablemente todo, puede salir mal. Por eso, aquellos que creen que en algún “batacazo” la juntaron con la pala, en los otros cuatro o cinco, la bajaron con la carretilla. Es así, no existe la gloria, por eso el trabajo continuo de un productor, es alejarse del fracaso y para eso, existen los promedios.
La historia más reciente mostrará las sojas, esas mismas que en apenas un anuncio, Donald Trump derribó de un pedestal bastante bajo, no eran grandes precios, recordemos que el yuyo es Kirchnerista, para el resto, siempre viste de modestia. Ni siquiera de “aliados” la sacamos barata, tal vez con el contragolpe Chino, liguemos algunas ventas, pero la alegría, siempre la alegría es Brasileña, al menos para la soja. Y si faltaba más para ahogar la fiesta, los termómetros el viernes, mostraron las razones del “porque” en el sudoeste casi no se hace, en el sudeste cada vez menos, pero lo cierto que la helada, seguramente traerá disgustos para un cultivo que si hay algo que le gusta poco, es el frío.
Tampoco el maíz es una fiesta, entre la revolcada de la campaña anterior y el temor a la chicharrita, entre la sequía feroz de Enero y Febrero, hoy los cultivos en muchos lotes, siguen flotando bajo el agua, generando hongos indeseables y con un futuro incierto, si! encima el frío, vino a frenar los ciclos. De Girasol, mejor ni hablar, si en plena cosecha, en vez de caer pepitas a la cosechadora, lo que más cayeron fueron baldes de agua.
Es cierto, es el año ganadero para muchos, sin embargo, el dolor de cabeza viene desde el sur Patagónico, allí envalentonados por el “boom ganadero”, hace apenas unos meses muchos feedloteros compraron terneros a valores siderales y hoy venden un gordo, un 60% por debajo del valor comprado. Todo, por incertidumbre política, por anuncios que sin estudiarse, provocaron un derrumbe en la confianza y un “sinsaber” que pasará en adelante, si vendrá carne con hueso, si llegarán asados de Brasil, si en definitiva, seguiremos teniendo dos zonas, una sin vacunación y otra donde vacunamos, por terrorismo sanitario, mientras que el mercosur entero, solo busca liberarse, aquí preferimos el temor, no sea cosa que tengamos que hacer bien los deberes y ser confiables, hoy nadie en el mundo, se desbarranca por un brote y sino, ver a los Europeos.
Por eso quien crea que alguien en el campo tiene la “vaca atada”, vaya y pregunte, como es eso de pasar de los dos peores años de sequía para ponerlos entre los más tenebrosos, a la mayor inundación que la historia moderna tenga registro. De la agonía a la angustia, del fracaso por sequía al desastre por inundación. Mientras tanto, hay que pelearse para que alguien venga y haga un camino, pero uno de tierra, esos mismos que se hicieron hace 100 años al lado de una vía y como somos un país del primer mundo, fuimos escavandolo, para que muchos de ellos, hoy se transiten dos metros por debajo del original. Eso si, retenciones cero, es decir, cero retorno de todo lo que se sacó durante los últimos 30 años. Socios en las buenas, un ancla en las malas.
Por eso créanme, en el campo, sobreviven los promedios. Ni la gran cosecha, ni enormes superficies sembradas, ni récords de preñez, ni el mayor peso de faena. No sirve ni la máxima tecnología, ni las tradiciones, ambas juegan al ajedrez, para que el costo de una no se lleve puesta a las otras. Aquí gana quien no pierde mucho, es exitoso el que no se nota, quien más factura no es el que más trabaja sino es el que más piensa. Un delgado equilibrio entre el “Excel y el potrero”, cualquiera de las dos inclinaciones, te deja afuera.
Bienvenidos al campo Argentino, el arte de vivir de los promedios.
Carlos Bodanza
Para Mañanas de Campo
