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La Odisea de los Giles

Las lluvias del 7 de Marzo solo desnudaron el abandono hacia todo el interior productivo de una provinica inviable. Caminos rurales y rutas testigos de la decidia.

Podría ser el título de una película, pero en esta no actúan ni Darín ni Brandoni, y en realidad la tónica es la misma, son vecinos estafados por el estado, que día tras día, silenciosamente sufren las consecuencias de muchas malas decisiones, más allá de que es cierto, la naturaleza también hizo lo suyo, pero tal vez solo desnudando, lo endeble de un sistema perverso, que lleva años de confiscación, mala praxis, abandono, desidia y completo desinterés, por el interior más profundo, el del campo, el de los parajes y de los pueblos, pero sobre todo, de los caminos rurales y las rutas que los más importantes –los porteños- jamás deben transitar.

Decido por cuestiones laborales hacer el camino que estos “pobres giles” deberían transitar si quieren evitar hacer los 234 kms que el asfalto les permitiría hacer en lugar de los 120 kms, que conlleva la ruta normal, esa que “voló” el agua y que los habitantes de Villa Iris por ejemplo deberían tomar en circunstancias normales, donde hoy deben multiplicar por cuatro, si no quieren romper todo al circular. Claro, además del doble de kilómetros, jugarse la vida en la 33 con un promedio de no menos 2 camiones por kilómetro.

El recorrido implica ir por la “35” semi cortada y llegar hasta 17 de Agosto, el viejo camino del “ferrocarril” que vaya a saber porque motivo, los iluminados que alguna vez construyeron esa ruta, simplemente no siguieron la traza de los ingleses, que sabedores de altos, bajos, isoyetas, bajada de agua y cuanto exista en la naturaleza, hoy mantienen sus vías, tanto norte de Vitícola a Darregueira y Sur la que pasa por Villa Iris hasta Bordeu, de manera impecable, siempre con el agua por debajo de las vías. No! La tenían que hacer al medio, sin preguntarse siquiera, porque aquellos infelices la hicieron en otro lado.

La ruta 35, muestra como no se respetaron desniveles, alcantarillas, altura de los puentes, bajos, y todo accidente natural, fue “pateado como un trasero inútil” por la lluvia y su curso, provocando en los 52 kilómetros hasta el acceso a Chasicó, no menos de 5 cortes de ruta, dos de ellos con puentes destruidos, y más allá de Chasicó, la ruta directamente arrasada con puente y todo por el arroyo que lleva su nombre.

El ingreso al pueblo muestra su principal calle detonada, con más pozos que asfalto, la pequeña civilización da paso al camino “entierrado”, claro porque así como en otras zonas se “entoscan” los caminos para afirmarlos, aquí se pone tierra porque se hay algo que sobra, es la tosca, justamente ella es la que nace y aflora, con la vista a la Sierra de la Ventana mientras busco entre algún barrial y buenos charcos, la que alguna vez figuró asfaltada, famosa Ruta 76.

Doblo sobre ella con la mirada puesta en Pelicurá, la estación siguiente, mientras las vías parecen burlarse, allá arriba, con puentes cuyos arroyos cruzan a no menos de 15-20 metros por debajo, como señalando la “inutilidad” de quienes hoy construyen rutas, mientras avanzo en campos cuyo verde, son de las pocas cosas que podrían arrancarle una sonrisa a quienes allí habitan.

La llegada a Lopez Lecube, lugar cargado de historia, muestra altanera la cúpula de la Iglesia, sin exagerar su imponencia en el medio de la nada, es tan irreal como una pirámide en el medio del desierto, mientras que los caseríos y una estancia muy agiornada, dejan atrás el último lugar sin asfalto, siempre con piedra naciente, antes del ya impecable –en la comparación- Felipe Sola, el último mojón civilizado.

Elegir, entre cientos de camiones y el doble de kilómetros, y unos 50 kms de piedras y piedras, pero rodeados de historia, de paisajes y de paz. No apto para vehículos comunes, no aprobados para muchas idas y vueltas sin romper una cubierta, testigo de cómo una provincia ha sido abandonada hace años, para que solo unos pocos, la disfruten –si cabe el término- allá por el conurbano o el gran buenos aires, el resto, el resto cada día, deberá someterse a la “odisesa de los giles”, esa de elegir cada día, como sobrevivir al más obsceno de los abandonos, que no empezó con las lluvias del 7 de Marzo, simplemente, lo pusieron al desnudo.

Provincia de Buenos Aires, una provincia inviable en su formato, en sus gobernadores y en quienes creen que desde 700 kms, se puede gobernar sin conocer siquiera, como funciona. Ojalá -aunque suene fuerte- como en la película, los “giles” alguna vez hagan justicia por mano propia.

Con mucho respeto y cariño, dedicado a todos los habitantes del sur de Puan y Tornquist.

Carlos Bodanza         

Para Mañanas de Campo

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