El mercado arrancó la semana cargado de expectativas, la misma que generaron los propios productores que envalentonados metieron más de 11 mil vacunos en la primera jornada de Cañuelas, algo de 9 mil en la segunda, cerrando con unos 7 mil el viernes y dejando un número semanal que hace rato no tenemos de 28162 en total.
Lo primero que se vio esos dos días, fue la mirada hacia el día de la madre, sabedores todos de que había que tener mostradores llenos, que habrá restaurants solicitando mercadería y que el fin de semana de mayor venta de carne en la estadística, serviría para motivar las compras y algún peso más, como lo que se vio el día martes, donde si bien hubo mucha mercadería arriba de los 2100$, algún máximo de 2220$ pero tampoco nadie se atrevió a más y eso ya se noto tanto el miércoles como el viernes, donde bajaba la calidad, las manos eran más reticentes. Y en las ferias del interior la cosa fue similar, hubo remates interesantes el día miércoles en el sudoeste, el jueves, y ahí por ejemplo frigoríficos zonales se atrevieron a pagar encima de los 2100$, buenas mercaderías terminadas livianas y con ese número puesto aquí en el interior, hasta en Cañuelas habrán mirado con envidia. La vaca nada nuevo, si decir que en las zonas donde ha llovido, la retención se siente en la venta a China y a la balanza, comenzó a faltar manufactura y las conservas que lograron pasar el invierno, se cuentan en pocos corrales.
La invernada con sus números siempre salta en la calidad, es donde más se nota que los 3000$ no son algo inusual, cuando cantidad y buena genética, son valores posibles, con promedios de 2600-$ y una ternera que se posiciona en los 2350$, con lotes que también escasean donde llueve. Comenzó a llegar lo nacido en invierno, y son muchos los que ya ponen la mirada en lo impositivo, comienzan a jugar sus cartas con alguna suba, y todo el mercado parece a la espera.
Cuando este lunes se miren las cámaras estarán las respuestas, pero en una charla de carniceros, algo que venimos sosteniendo quedó ratificado, “qué pasa si hoy bajaras un 20% el precio al mostrador” fue la pregunta de uno a otro. “Nada, no vendería ni un kilo más” fue la respuesta. Por eso, hace rato no solo todos decimos que la carne está muy barata y hay un enorme retraso en el precio de la hacienda en pie si la cotejamos con la inflación. Pero lo cierto es que no se trata de barata o cara, hay un techo que no se mueve y tal vez un piso, que si hoy sube un 30% tampoco tendrá grandes diferencias, porque el problema es global de bolsillo, es un cambio de hábitos, que solo la recta final hacia fin de año, con mayores compras, el buen clima para un fuego y lo demás, provocará un mayor consumo y con el, el ansiado cambio de valores.
La expectativa estaba, el fin de semana buscaba respuestas en el mostrador, la realidad, probablemente corra por otro carril, la confluencia llegará tarde o temprano y habrá un sinceramiento de valores, más allá de la economía.
Carlos Bodanza para Radio Perfil y Campo Total
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