Con la nueva campaña a la vuelta de la esquina, es esencial revisar las estrategias de control de malezas, especialmente en lo que respecta a los herbicidas residuales en barbecho. Estos productos, que permanecen activos en el suelo por un tiempo prolongado, son efectivos para manejar la competencia temprana de las malezas, lo que es crucial en sistemas de siembra directa.
Además, en un contexto donde los biotipos resistentes, que ya suman 46 según datos de la Red de Manejo de Plagas de Aapresid (REM), complican el control, los herbicidas residuales se convierten en un herramienta clave.
Sin embargo, la tan valorada persistencia de estos herbicidas es un arma de doble filo. En ciertas ocasiones, pueden acumularse en concentraciones perjudiciales para los cultivos sucesores, lo que se conoce como carry-over. Este riesgo es particularmente relevante en años como el actual, donde la degradación de los activos se ve comprometida por la escasez de precipitaciones.
Consideraciones para un uso eficiente de residuales
Según informa la REM en su newsletter mensual, para evitar problemas de fitotoxicidad, es fundamental conocer bien las características de cada herbicida y cómo interactúa con el suelo y el ambiente. Algunos puntos a tener en cuenta incluyen:
- Incorporación adecuada: La mayoría de los preemergentes requieren una lluvia significativa (al menos 20 mm) para incorporarse al suelo. Es crucial aplicar estos productos cerca de una precipitación para evitar escapes de malezas antes de la incorporación.
- Tipo de herbicida: A diferencia de los herbicidas iónicos, los no iónicos, por ejemplo flumioxazin, pyrozasulfone, s-metolacloro, acetoclor, diflufenican, entre otros, son los que más se “pegan” al rastrojo. Por lo tanto, requieren una mayor atención a los pronósticos de lluvias, siendo ideal que no transcurran más de 7 días hasta su incorporación.
En cuanto a la degradación de los activos, además de las diferencias que existen entre los distintos grupos, la cantidad de lluvia, la temperatura, la cantidad de rastrojo y las cualidades de suelo, también influyen.
Otras estrategias: rotación de activos y cultivos de servicios
El manejo de herbicidas debe considerar rotaciones de modo de acción para evitar la selección de biotipos resistentes. No repetir el mismo tratamiento año tras año es clave para mantener la eficacia de los herbicidas y evitar la resistencia.
Aparejado a la correcta planificación de la secuencia de herbicidas, la integración de estrategias, como el uso de cultivos de servicios, puede marcar la diferencia. Estos cultivos, que ocupan el suelo durante períodos más largos, ayudan a controlar las malezas por competencia y reducen la necesidad de aplicaciones químicas, minimizando el riesgo de fitotoxicidad para el cultivo sucesor.
Además, es importante pensar en los barbechos cortos, realizados entre 60 y 30 días antes de la siembra. Estos tratamientos permiten llegar con menos malezas a la siembra, facilitando el control con preemergentes y postemergentes.
Herbicidas postemergentes y persistencia
Aunque los herbicidas postemergentes generalmente se utilizan para controlar malezas ya emergidas, algunos también pueden tener una persistencia en el suelo y riego de fitotoxicidad para el cultivo. Un ejemplo son los graminicidas del grupo Accasa, como el cletodim y el haloxifop, que pueden causar fitotoxicidad en cultivos como trigo y maíz si no se manejan adecuadamente.
Por otro lado, algunos herbicidas residuales pueden tener efectos postemergentes, interactuando con los postemergentes de manera sinérgica o antagonista, lo que requiere una planificación cuidadosa para evitar efectos negativos.
El manejo de malezas y la seguridad del cultivo sucesor dependen de una planificación cuidadosa y un manejo integrado de herbicidas. Con las prácticas adecuadas, es posible maximizar la eficiencia de los residuales y minimizar los riesgos, asegurando una gruesa exitosa.
La Voz del Pueblo
