El aire serrano, impregnado del perfume de flores silvestre, envuelve. El arroyo de aguas cristalinas corre serpenteando entre las piedras que vienen siendo moldeadas desde hace miles de años. Solo se escucha el trino de los pájaros y el roce de los arbustos debido a la suave brisa que despierta la salida del sol. Todo es paz. Nada conmueve más que un amanecer o un atardecer en las sierras, rodeado de un paisaje casi salvaje sino fuera por la presencia de vestigios del paso de otros seres humanos o la cercanía con alguna construcción. El entorno permite encontrarnos a nosotros mismos. Nos hace mirar para dentro, nos interroga.
Esto lo vivieron casi 1.000 personas en Tanti, en las sierras cordobesas, gracias al tradicional encuentro denominado InterACA, un espacio para colaboradores de la Asociación de Cooperativas Argentinas y sus familias.
Si bien se hace cada dos años -por la complejidad de su organización- en esta oportunidad la espera duró un lustro, debido a la pandemia de COVID 19, a los festejos del centenario de ACA y al ballotage presidencial del año pasado.
Este evento, que se realiza desde 1987 y cuyo nacimiento tiene una prehistoria de encuentros deportivos entre sucursales y filiales, ayudó a conocernos personalmente cuando las comunicaciones no eran fluidas como lo son hoy. Y como todo tiene su evolución, el InterACA fue cambiando de formato, se agregaron las familias, pero no cambió en su esencia de reencontrarnos, confraternizar, y demostrar en los hechos que somos una gran familia de trabajo y de afectos. Esto produce la cooperación, sentir pertenencia, participar de una gran empresa, y comprometiéndonos diariamente para hacerla más grande.
En esta oportunidad, la organización estuvo a cargo de la Sucursal Bahía Blanca de ACA, a cuyos integrantes los felicito por la empatía y el trabajo de coordinación que realizaron.
Vuelvo a Tanti y a aquella paz que infunde el paisaje, y reflexiono acerca de mis 45 años de experiencia transcurridos en ACA y me encuentro ante la realidad de que la Asociación de Cooperativas Argentinas no es sólo la mayor generadora de granos del país y una de las exportadoras con 102 años de presencia activa en defensa de los medianos y pequeños productores unidos en cooperativas, sino también una gran generadora de empleo genuino y de calidad con presencia en 11 provincias argentinas y una gran formadora de capital humano. Sus cooperativas están ubicadas en pequeñas localidades donde no llegan otros operadores con sus variados servicios. Atienden a los productores en general y derraman su acción social en esas comunidades. En algunos puntos, son el alma del paraje o del poblado. Si no, hablemos de Lartigau o de Micaela Cascallares o de San Miguel Arcángel, por tomar tres poblaciones de la región donde la presencia de una cooperativa agropecuaria es vital para su existencia.
Vuelvo a mirar el arroyo que serpentea a mis pies y recuerdo una sentencia del doctor René Balestra que es para las cooperativas y para cualquier actividad: “Nadie tiene comprado el porvenir, hay que merecerlo”. Esto significa que diariamente debemos asumir el formidable compromiso de convertirnos en instrumentos aptos para quienes servimos y para las comunidades donde actuamos.
José Luis Ibaldi
Para Mañanas de Campo