“Los datos que nos va dejando la Red de Ensayos Territoriales (RET) de trigo con el paso de los años es la tendencia que tiene el productor por utilizar variedades de ciclo largo. Y tiene toda la razón en hacerlo. Los ciclos largos en años buenos rinden muy parecido a los cortos, mientras que en los años malos, con menos humedad, responden mejor”, explicó en aquella oportunidad Di Pane.
Relevadas las últimas 15 campañas (sin incluir la actual) en un suelo con la tosca a 60 centímetros, los números son contundentes: en 11 de ellas los ciclos largos (siembra del 10 de junio) rindieron más que los ciclos cortos (siembra del 10 de agosto).
Es más en la campaña 2021/22, que también se dio bajo condiciones de un evento La Niña, los largos le ganaron por paliza a los cortos. Las dos primeras épocas de siembra de la RET estuvieron en 4.500 kilos de promedio, y las dos segundas en 3.000, un 66% de lo que rindió un ciclo largo.
“Los resultados empíricos se demuestran en la tradición del productor de sembrar ciclos largos. Hemos comprobado que los ciclos largos a través de 20 años son mucho más estables y mucho más productivos que los ciclos cortos”, indicó el ingeniero con la estadística sobre la mesa.
“Hemos analizado la RET, poniendo el foco en ciclos largos contra ciclos cortos, y hemos comprobado que cuando los años vienen bien, con buenas lluvias en octubre y noviembre, no hay diferencias en potenciales y en resultados finales. Pero sí los hay cuando las condiciones no son óptimas o desfavorables. Los ciclos largos tienen ese poder de tolerar más el estrés y son mucho más productivos”, indicó.
De modo que, si no tienen diferencia de potencial de rendimiento en óptimas condiciones, y los ciclos largos se defienden en situaciones de estrés, con lógica el ingeniero concluyó: “Siempre es más conveniente elegirlos porque ante cualquier contingencia son más estables. Eso es lo que veo en los 20 años de ensayos y lo que el productor de la región hace desde 80”, finaliza Di Pane.
El mundo del revés
La sequía histórica que padeció nuestra región y la mayoría de las zonas productivas del país no sólo quemó las espigas, también prendió fuego las estadísticas cosechadas en los ensayos de los últimos 20 años y castigó el hábito adoptado por la mayoría de los productores en varias décadas. “En esta campaña se dio a la inversa de lo habitual: en plena seca, los ciclos cortos rindieron mejor que los largos”, aseguró Di Pane
“¿Por qué? Las lluvias llegaron tarde, a fines de octubre, y los cultivares de ciclo corto generalmente espigan a principio de noviembre y las pudieron aprovechar”, explicó el ingeniero.
“Esas precipitaciones ayudaron a que esos materiales pudieran generar más biomasas y después traducirlo en kilos. Los cultivares sembrados temprano no tuvieron esa condición. Entonces, producto de una lluvia tardía los cortos rindieron mejor que los largos”, agregó.
Trigos enanos
La altura de los trigos producto del poco desarrollo a raíz de la falta de agua fue otra de las características de la campaña. “En la Chacra al igual que en muchos campos de la zona, al trigo hasta fines de octubre apenas le llovió 60 milímetros. A partir del 25 de octubre las lluvias llegaron en forma importante, lo que mejoró el estado de los cultivos, pero la reducción de altura ya estaba determinada y la pérdida de número de espigas y flores por espigas no se pudo recuperar”, contó Di Pane.
“Las plantas tuvieron 20 o 25 centímetros menos que lo habitual, estamos acostumbrados a ver trigos de entre 80 centímetros y un metro, y esta campaña estuvieron entre 45 y 65 centímetros. Es una referencia de la cantidad de biomasa, de pasto que genera, y cuanto más tenés, más granos puede generar”, indicó.
“En definitiva, tuvimos pocas espigas por metro cuadrado, pocos granos por espigas, es decir, muy pocos granos por metro cuadrado, que es el mayor componente de rendimiento”, completó.
Según los relevamientos realizados por la Chacra Experimental Integrada Barrow basándose en la venta de semillas e información brindada por los propios productores, un 85% de los agricultores de la región siembra ciclos largos. Eso explica la caída del 50% de la producción triguera que se dio en la zona de influencia de la Chacra, apenas un reducido número de productores le sacó beneficio en kilos a las lluvias que se dieron a fines de octubre.
La Voz del Pueblo