¿Qué es la Tradición? La palabra “tradición” proviene del latín traditio, que a su vez deriva del verbo tradere, que significa “entregar” o “dar a través de”. La raíz de la palabra refleja la esencia de lo que implica una tradición: el acto de pasar algo valioso de una generación a la siguiente, asegurando su continuidad en el tiempo.
En otras palabras, la tradición es un conjunto de costumbres, prácticas o creencias transmitidas de generación en generación dentro de una comunidad, sociedad o cultura. Las tradiciones pueden abarcar distintos aspectos de la vida, como rituales religiosos, festividades, modos de vestir, formas de cocinar, canciones, danzas y otras maneras de conmemorar elementos importantes de la sociedad.
En nuestro país estamos inmersos en tradiciones que están arraigadas y que devienen de nuestros pueblos originarios y de las corrientes inmigratorias, fusionándose, como habitualmente decimos, en un verdadero crisol de razas. Eso nos ha dado una rica cultura y la razón de ser un país abierto -como dice nuestra Constitución Nacional- “a todos los hombres del mundo que quieran habitar en suelo argentino”.
Y así como hemos abrevado en todo lo bueno que tiene la tradición, también hemos convertido, por repetitivas, a los paros y/o huelgas, a los aprietes sindicales, a los bloqueos intencionados, a la toma de calles y avenidas, en una tradición para joder la vida a los demás y no necesariamente a quien va dirigido el reclamo. Unos pocos se han convertido en especialistas de esta tradición, que en la mayoría de los casos tiene ribetes políticos aviesos, porque ante la misma situación y con otro gobierno más afín al pensamiento de los sindicatos, éstos no movían un dedo.
Hasta hace pocos meses ésta era una tradición a la cual muchos argentinos aceptaban, algunos a regañadientes, otros convencidos de que era para bien y otros resignados.
En este lapso de diciembre del año pasado a la fecha algunos compatriotas nos venimos dando cuenta de todo lo que hemos perdido y lo que perdemos si se sigue sosteniendo esta modalidad, esta tradición de entorpecer el normal desarrollo de un país para defender intereses o privilegios de unos pocos y cuyo accionar atrasa el reloj.
Estamos frente a un momento bisagra, donde ciertas tradiciones no hacen más que entorpecer el futuro. Las verdaderas tradiciones evolucionan porque el acto de entregar algo valioso a la generación que llega tiene el mandato de ser mejorado. El genial Eduardo Galeano nos legó una historia que nos pinta ese simbolismo. Escribió: “A orillas de otro mar, un alfarero se retira en sus años tardíos. Se le nublan los ojos, las manos le tiemblan, ha llegado la hora del adiós. Entonces ocurre la ceremonia de la iniciación: el alfarero viejo ofrece al alfarero joven su pieza mejor. Así manda la tradición, entre los indios del noroeste de América: el artista que se va entrega su obra maestra al artista que se inicia. Y el alfarero joven no guarda esa vasija perfecta para contemplarla y admirarla, sino que la estrella contra el suelo, la rompe en mil pedacitos, recoge los pedacitos y los incorpora a su arcilla”.
En este día de la tradición, esforcémonos para que, como buenos alfareros, como ciudadanos responsables, entreguemos a quienes nos están sucediendo nuestra mejor obra y que ésta sea incorporada a su argamasa, para construir algo mejor.
José Luis Ibaldi
Para Mañanas de Campo